sábado, 1 de marzo de 2014

El campeón del pueblo


La emoción me embargó. Cuando leí el mensaje de mi colega comentando que finalmente se había confirmado oficialmente el combate del próximo 3 de mayo, no pude contener la felicidad y un “vamos, carajo”, se me escapó en mi escritorio para sorpresa de mis compañeros de trabajo. Y cómo no iba estallar de alegría, si ese santafesino me había conmovido como pocos en este mundo. Me había embriagado con sus puños, con cada golpe que cayó sobre la humanidad de ese yanqui altanero. Cómo le hizo morder la lona en dos oportunidades obligándolo a mirar confundido en todas direcciones buscando una respuesta que se le hizo esquiva durante toda la pelea.

Y es que peleadores como el Chino me hacen olvidar que arriba del ring hay dos personas. Para mí, ahí arriba, disputándose la gloria y el honor no hay solo dos hombres. Porque esos dos hombres no están solos, son personificaciones de ideas, de formas de ver la vida y de vivirla. Personificaciones del poder y del desafío a ese poder. Y eso es lo que es Maidana, o lo que por lo menos yo veo en él. El desafío a los que se creen en la cima del mundo, de los que creen que pueden hacer lo que quieran con quien quieran y cuando quieran. De ahí su soberbia que tanto nos irrita.

Los puños del Chino están imbuidos de la esperanza de los más humildes, de los sueños de esos que algún día esperan vivir sin tener que agachar la cabeza frente a los que se sientan en sus tronos de oro y los mandan. Marcos lleva la bandera del pueblo porque él es un hijo suyo y nunca se olvidó de eso. Y contra Broner lo demostró. Se convirtió en el campeón del pueblo. En el que hizo tambalear los castillos de cristal de los que detentan el poder.

Contra el campeón más grande de la actualidad no será diferente, porque no podemos negarlo, Mayweather es el mejor y ese es el basamento de su soberbia. Éste es más arrogante que Broner, pero también mucho más talentoso. Y las casas de apuestas ya dieron su veredicto, nuevamente el Chino no será favorito, pero para él eso no es problema, ya sabe lo que se siente.

Ya derrotó al discípulo, ahora es el turno de hacer sucumbir al maestro y de pasar a los anales de la historia del box convirtiéndose en leyenda.

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