En la noche del 14 de septiembre de 2013, Saúl "El Canelo" Álvarez se presentaba en el MGM para intentar poner fin al invicto del mejor libra por libra. Aquella hazaña soñada iba a transformarse en una pesadilla. El boxeador de Jalisco sufrió un revés en su joven y brillante carrera. Floyd Mayweather Jr no tenía en sus planes entregar sus coronas al latino y convirtió el conflicto en un suplicio para Álvarez. Fue una faena sin grietas.
Saúl Álvarez fue criticado, creo yo, con justa razón. Su condición de mexicano le exigía (y le exigimos) que entregara "algo más" en caso de no poder llevar a cabo su plan de pelea. No fue así. Un deslucido Canelo apenas tuvo oportunidad de conmocionar las cuerdas con un gancho de derecha que se estrelló ante las mismas, con la mirada socarrona del yanqui, que disfrutaba aquello en virtud de mantener su inmaculado palmarés. ¿Lo paralizó el marco? ¿La categoría de Mayweather fue demasiado? Creo que fue un poco ambas. El mismo Canelo, instantes después de caer derrotado por primera vez, confesaría sin atenuantes: "Tan solo no lo pude agarrar".
El mexicano tuvo su primera vez en un ring a la llamativa edad de 15 años. Antes de cumplir los 18, cuando la mayoría de los adolescentes sigue tomando la chocolatada por la tarde, en época de secundaria, "El Canelo" ya había derrotado a 21 rivales. A los 20 fue campeón del mundo. A los 22 supo que pelearía contra Floyd Mayweather. ¿Fue erróneo haberlo hecho pelear contra el mejor con solo 22 años? Creo que no. Muhammad Ali, a esa misma edad, sacudió al mundo destronando a Liston, diferencias mediante.
Aceptada la derrotada, "El Canelo" tenía dos opciones, quedarse con lo que no hizo ante "Money", o ir por la historia grande y comenzar nuevamente su carrera a por otro título mundial.
Casi seis meses más tarde, "El Canelo" se encontró en el mismo escenario, sin título en juego y contra un rival completamente distinto al de aquella ocasión. Esta vez no dejó ningún tipo de dudas. El pelirrojo propinó una paliza demoledora, de esas que dejan huella en su propia carrera y en la del rival. Angulo jamás inquietó al joven púgil mexicano. Canelo hizo lo que quiso, cuando quiso y como quiso. En los tres primeros rounds, se cansó de tirar combinaciones que encontraban la cara de Angulo con suma facilidad. Se tomó un respiro cuando vio que no tenía oposición. Cuando todos pensábamos que el negocio estaba en seguir peleando desde afuera, incitó a venir a pelear al "Perro": "Vení, vamos", le exigía Álvarez a Angulo. Lo llevó a su terreno y se mantuvo firme. Le bajó la guardia, le entregó el rostro y siguió con el mismo inmune a los golpes en cámara lenta del "Perro". No se si fue parte del plan de pelea, pero "El Canelo" mostró el carácter que se le exigió hace seis meses. Quiso ganar la pelea a lo guapo.
Todo terminó con el estruendoso uppercut izquierdo que dio de lleno en el mentón de Angulo. El referí no quiso más castigo para este último.
Quizás sea el renacer para esta estrella de 23 años. El futuro le demanda subir el nivel. El rival adecuado es el cubano Erislandy Lara, de condiciones mucho más refinadas que las del Perro, movedizo, con una técnica envidiable que hace honor a sus orígenes. Tendremos tiempo para esperar, ambos tienen carrera por delante, pero soñamos con un combate en 2014.
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