Julio César Chávez
Jr. volvió a la victoria y, segundos después de proclamarse vencedor en la
revancha contra Brian Vera, reincidió en una vieja costumbre suya: hablar de más.
El Jr no tuvo mejor reflexión que decir que “antes, los periodistas decían que le
tenía miedo a Martínez; ahora, es Martínez el que me tiene miedo a mí”. El
mexicano, “hijo de la leyenda”, tuvo esta desafortunada intervención ante los
micrófonos.
La historia de Chávez Jr
y “Maravilla” viene de larga data. En 2010, Sergio Martínez obtuvo el título
mundial de los Medianos del Consejo Mundial de Boxeo al derrotar a Kelly Pavlik
por puntos. En 2011, cuando el quilmeño buscaba programar su segunda defensa
del cinturón, el CMB decidió quitárselo. ¿El argumento? Nombrarlo campeón “emérito”
y poner en juego el título vacante entre Chávez Jr y Sebastián Zbik. ¿Motivos?
Nadie puede negar el peso del apellido Chávez en el ámbito boxístico, y máxime
cuando el presidente del CMB de ese entonces, José Sulaimán, era el padrino del hijo
de Mr Nocaut. A partir de allí, y al hacerse del campeonato mundial el
mexicano, Martínez solo deseó y exigió una cosa: tener la chance de azotar
con los puños la humanidad de Jr arriba del ring y recuperar su título.
Sus demandas se
plasmaron en sangre dos años más tarde, y aquella vez, Julio César fue “víctima”
de una noche soñada por el argentino. "Maravilla" hizo las veces de educador entregándole
un repaso “del libro grande del boxeo” desde la primera a la última página,
destrozando, humillando y reduciendo a Chávez Jr a un boxeador apagado, ido y
sin respuestas, pese a la mano fracturada y la rodilla con los ligamentos
comprometidos. Si bien muchos pueden quedarse con la imagen del duodécimo round,
sería un error gravísimo hacer la lectura de aquella demostración categórica de
Martínez al ponderar únicamente “la mano” de Jr.
Entonces, ¿por qué ahora el ex campeón quiere la revancha? Simple. El argentino, suponiendo que
salga airoso de la defensa ante el boricua Miguel Cotto (como es mi deseo), acariciará
los 40 años, con un cuerpo que le hace saber que el retiro está muy
cerca. Chávez ve con buenos ojos la posibilidad de redimirse ante tal
escenario, más favorable, en el que aparentemente se cree vencedor. Pero, a mi
entender, el Jr debería dar una muestra de hombría antes de pretender exigir el
desquite. ¿Cuál sería la mejor forma de argumentar sus pretensiones para llevar
adelante una revancha? La pregunta tiene
respuesta: Gennady Golovkin. Un examen cuya exigencia es absoluta. Chávez Jr dijo que no tendría
problemas en combatir con él, y Golovkin lo mencionó como uno de los rivales
que pretende derrotar tras su victoria en febrero ante Adama. ¿Tendremos la
chance de ver este combate?
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