Llego el día de la revancha. El campeón Carl Froch y el joven retador George Groves se encuentran nuevamente arriba del ring para poner en disputa los cetros mundiales FIB y AMB supermediano. La pelea arrastra todas las promesas del combate del 23 de noviembre de 2013. Será la segunda batalla de Inglaterra.
En la categoría que mejor le sienta a los británicos, Froch y Groves brindaron un espectáculo digno de gladiadores aquel 23 de noviembre. La confrontación encontraba a la Cobra Froch como un campeón veterano que debía defender su cinturón de la insolente promesa del boxeo europeo. Sin embargo, Groves tenía los méritos suficientes para estar allí, frente a la figura imponente de la experiencia. Es joven, pero boxea como pocos, tiene velocidad para tirar y velocidad para aprovechar los espacios que el rival deja descubiertos. Piensa eficazmente y ejecuta. Fue sin lugar a dudas el que conectó más golpes en la pelea y si bien no tiene tanta velocidad para el movimiento de pies o cintura, le bastó para superar también en ese aspecto al campeón. Es destacable, además, la forma que tiene de mantener la guardia, prácticametne no deja oportunidad de recibir buenas manos, bloquea con agilidad mediante el movimiento de brazos y del cuerpo. Había empezado mejor, derribó a Froch en el primer round, y durante los siguientes asaltos fue el que más golpes conectó.
Del otro lado, el campeón, un tanto más lento, pero con brazos más largos, tiró sus golpes torpes desde el arranque y le costó un knock down. No aprendió la lección, y durante el transcurso de la pelea persistió tirando golpes largos y abiertos, tan violento cómo desprotegido, y Groves volvió a aprovechar esa ventaja.
Pero el campeón demostró por qué es campeón. No retrocedió, siguió tirando sus golpes lentos, que, a pesar de ese letargo, se sienten bien duro cuando alcanzan la humanidad del oponente. Incluso cuando sufrió los peores golpes, el amor propio de Froch lo mantuvo de pie y boxeando.
Llegó el noveno asalto perdiendo el campeón en las tarjetas, pero a la Cobra todavía le quedaba veneno: por vez primera en el combate conectó 3 golpes de poder de forma consecutiva en la cabeza de Groves, que permanecía con la guardia alta y agachando el cuerpo. El árbitro intervino, abrazó al joven retador y terminó el combate. La gente silbaba porque la pelea fue robada. En ese aspecto no hay mucho más para agregar ya que el juez había hecho un excelente trabajo durante todos los rounds, cuando lo vio a Groves recibiendo los peores golpes no lo pensó dos veces, protegió la integridad del pugilista pero sobre todo el honor del campeón, que no hubiera sobrevivido a las tarjetas. Aun así la ganó peleando, y tuvo suficiente grandeza para no esperar un combate más sin darle la revancha al joven Santo.
Saint George se enfrentará nuevamente a la serpiente en el Estadio de Wembley para tratar de convertirse en leyenda.
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