jueves, 22 de mayo de 2014

Del barrio de la quema, el Ringo Bonavena



En el panteón de los boxeadores argentinos, en una cima perdida del Aconcagua, entre cielos y nieves eternas, se alza la escultura de bronce sin terminar del peso pesado más importante del país: Oscar Bonavena.

Como exige la historia de los que luchan, fue un tipo que se hizo desde abajo. Nació el 25 de septiembre de 1942 en el barrio porteño de Parque Patricios. Abandonó sus estudios y trabajó desde muy joven. Se inclinó por los puños, desarrollando su entrenamiento en el gimnasio del Club Atlético Huracán en 1958. Para 1959 ya era campeón amateur. A principios de los 60, todavía combatiendo en el campo aficionado, ya había obtenido dos títulos sudamericanos.

En 1963 enfrenta en los Panamericanos de San Pablo a Lee Carr y pierde por descalificación ya que, en medio de una batalla adversa, el Ringo le muerde la tetilla a su oponente y con eso se gana la sanción de la Federación Argentina de Boxeo. Sin poder luchar en el país, Bonavena se traslada al mejor lugar donde a una persona le pueden pagar por pelear: Estados Unidos. Comienza su carrera profesional en 1964, luciéndose en el Madison Square Garden frente a Lou Hick ganando por KO en el primer asalto, en un minuto. En sus primeros ocho combates despacha los paquetes que le van tirando por la vía rápida en siete ocasiones hasta que en 1965 enfrenta a su primer oponente de renombre: Zora Folley. Pierde por decisión unánime en diez asaltos y entonces decide regresar a la Argentina, aprovechando que la sanción de la FAB había caducado.

Bonavena sostiene al "Loco" Gatti, junto a René Houseman. Revista El Gráfico.


En su estadía en el país del norte había conocido la figura de Muhammad Alí, mejor dicho, la figura que Alí presentaba en los medios. Con su propio sentido del humor y caradurismo el Ringo adoptó ese perfil mediático para exprimirlo al máximo en su patria. Y le sirvió. Se convirtió en un ícono popular y carismático; aparecía en la tele y en el teatro de revistas cantando Pío Pío, la canción que Palito Ortega compuso para él. Volvió a ganar por KO a 6 púgiles nacionales hasta enfrentar por el título nacional a Gregorio "Goyo" Peralta en el estadio Luna Park, entonces la meca del boxeo en Argentina. El Goyo era la antítesis del Ringo, un caballero adentro y afuera del ring, mas bien de perfil bajo. Fue recibido con una notable ovación mientras que Bonavena, sobrador y fanfarrón, fue fuertemente silbado por el público. Se produjo un momento emocionante cuando Bonavena lo derriba en el 5to round y gana por nocaut, la audiencia no puede creer lo que ve.

A partir de ahí comienza un notable ascenso: enfrenta al campeón canadiense George Chuvalo,"la quijada de hierro". Imagínenese un tipo que, en 93 combates, no fue noqueado ni siquiera una vez, se retiró sin conocer la lona. Ringo logra imponerse por puntos en decisión mayoritaria. Inmediatamente después lucha contra el gran Joe Frazier, se da el lujo de derribarlo en dos ocasiones pero pierde por puntos.
En la eliminatorias por el título pesado AMB, logra imponerse sobre el alemán Karl Mildenberger en 1966. Luego cae frente a otro grande de la década, Jimmy Ellis, por DU, dejándolo sin chances mundialistas.
En 1968 cobra venganza a Zora Folley, ganándole por DM de local en el Luna Park. En diciembre de ese mismo año se le da la revancha frente a Joe Frazier, compitiendo por el título de la Comisión Atlética del Estado de Nueva York. Esta vez Frazier gana sin peros, con gran ayuda de su mítico gancho de izquierda.

Ringo "derriba" al Más Grande de Todos los Tiempos.

El momento más importante para Bonavena llega en 1970, cuando enfrenta a Mudammad Ali en el Madison Square Garden. Era la pelea que el Ringo buscaba desde hacía años, persiguiendo el dinero y la fama. Todavía contaba en su esquina con Juan y Bautista Rago, entrenadores del gimnasio de Huracán. Les dejo un extracto del cruce mediático anterior al combate del 7 de diciembre de 1970 que saqué de http://www.elortiba.org/:


–¿Guay iu nou gou de armi? (¿Por qué no fuiste a la guerra?)

Alí lo miró no pudiendo creer lo que escuchaba: un boxeador blanco, sudamericano y sin título mundial, sacando chapa de canchero ante él, delante de toda la TV.
–Te voy a dar una paliza, contestó caliente.
–Jaaa … Iu arr e chiken…chiken, chiken!!…pipipipi, (“Vos sos una gallina”), dijo Ringo moviendo la mano, como quien espanta una mosca en el aire.
–Nunca debiste haber hablado así de Muhamad Alí, dijo el moreno, mientras se colocaba el estetoscopio en el brazo izquierdo.
–Clay…, aclaró Bonavena.
–¡Alí!
–Clay, Clay…, repetía Ringo, entrando en risa.
–Te caes en el nueve, cambió de tema el americano, todo el mundo escuche, serás mío en el nueve.
–Maibe iu cam daun in seven, (“Quizá te caes vos en el siete”), redobló Ringo.
–Ok, vos decís el siete y yo digo el nueve, afirmó Alí, con ánimo de acabar con el tema.
–Ai laik de seven (“Me gusta el siete”), la siguió el Zurdo. Seven is culito in mai cantry (“Siete es culito en mi país”).
–Pongamos las cosas en su lugar, dijo Alí, desbordado. ¿Quién habla este idioma? (por el español).
“Yo”, respondió un argentino. “Pregúntele en qué round piensa que puede ganarme?”
Sin necesidad de traducción Ringo dijo: “Ahhhhhhh…¿¿¡¡estás preocupadooo, ehhh!!??. Jajajajaja. Decile que ahora no le digo nada, ¡¡¡sorprais, sorpraissssss!!!


Esa fue la previa del combate, que se calentó tanto que hasta el Ku Klux Klan se manifestó a favor del argentino y las Panteras Negras se movilizaron hasta el Madison Square Garden para apoyar al campeón mundial. Tengamos en cuenta que en ese entonces ya existía una rivalidad en los barrios bajos de Nueva York entre afroamericanos e italoamericanos. La pelea llevó un ritmo emocionante y mantuvo en vilo a millones a espectadores (80 puntos de rating en nuestro país). El noveno round fue el mejor de Bonavena, conectó golpes muy claros y alcanzó a encajarle un boleado de derecha descomunal. Alí resbaló justamente en ese mismo asalto, lo que se contó como derribo. Sobre el final de la histórica contienda, completamente agotado, el boxeador de pies planos recibió el castigo necesario para caer tres veces y perder por ko técnico.


Si bien después de esta batalla Alí pierde el título con Frazier (primera derrota), la carrera del argentino estaba lejos de terminar. Guapeó contra dos gigantes como Floyd Patterson, el campeón pesado más joven de la historia hasta ese momento (sólo superado después por Mike Tyson), y Ron Lyle. Perdió contra ambos por DU. Se mantuvo boxeando hasta 1976, año en que murió asesinando en el prostíbulo "Mustang Ranch", en Reno, Nevada. Cuentan los yanquis que Bonavena estaba metido en los negocios del regente del prostíbulo, un siciliano llamado Joe Conforte, que hacía las veces de manager de Bonavena para algunas peleas que dejaban buen dinero de las apuestas. El Ringo estaba aún más metido con la mujer de Conforte, Sally Burguess Conforte, pero los yanquis acá no saben bien que era lo que más le molestaba al tano, que el argentino bocón se metiera con sus negocios o que se metiera con su esposa. Resulta que, siguen contando en el país del norte, la noche del 22 de mayo de 1976, Bonavena llegó borracho al "Mustang Ranch", hablando de más como era su costumbre, pues para bien o para mal no se callaba nada, y en medio de una discusión un matón de Conforte, William Ross Brymer, le dispara con un revólver en el pecho.

Nos dejó sin campeón mundial, título merecido, ya que sobre todo peleaba con gran corazón y guapeza, sin miedo a nada. Fue el primer atleta argentino de trascendencia mediática masiva, casi irritante, y su forma de ser alteraba a muchos. Pero arriba del ring se ganó el cariño y el respeto de otros tantos, en todo el mundo, que reconocían a un tipo que sabía lo que tenía que hacer en el mano a mano, nunca se achicaba. La forma que murió es resultado de la forma en que vivió, en su ley del barrio y la noche, cosa de guapo y atorrante.

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