Omar "El Huracán" Narváez consiguió ayer su victoria número 42 y su KO número 23, al derrotar por esta vía en el cuarto asalto al juvenil mexicano de 20 primaveras Antonio García. Dado que el centroamericano no había dado el peso el día viernes, el título Supermosca OMB del campeón argentino no estuvo en juego.
Hay derrotas que pueden ser más importantes que algunas victorias. Si analizamos la reciente caída del Chino Maidana ante Floyd Mayweather, en una pelea que lo tuvo a punto de ganarle al mejor libra por libra, podemos sacar en claro que el oriundo de Margarita dejó su dignidad bien en alto. Se fue ganador sin haber ganado. Obtuvo respeto, credibilidad y se ganó la confianza de aquellos que veían con malos ojos sus méritos para pelear contra Floyd. Y la victoria del Huracán Narváez carece de estas características. Hay que ser claros, es un gran campeón, se impone a sus rivales y gana sobre el ring. Pero la pelea de ayer mostró a las claras que, si se le cuestionaba la categoría de sus rivales, estos cuestionamientos van a aumentar. Un rival que siquiera pudo pasar el compromiso de la báscula (por lo cual el título de Omar no estuvo en juego), dejó mucho que desear para ser el aspirante retador a un título del mundo. Narváez lo derribó en el 4to round, cuando quedaban menos de 10 segundos para que termine, producto de un gancho de izquierdo al hígado, zona que el argentino castigó con frecuencia. Al mexicano le contaron diez y la pelea terminó.
No sé que podrá sacar de positivo Omar de esta pelea. Ojalá que, en lo que resta del año, nos pueda regalar una defensa ante un rival de categoría para que su prestigio no caiga en el desencanto popular del "pelea contra paquetes". Las cualidades las posee. Ojalá que quienes manejan los hilos de su carrera, tomen en cuenta estos aspectos y sean partes de la realización de un mejor espectáculo.
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