El cachetazo que significó la derrota en la final contra los germanos,
nos deja un vacío de gloria que se hace desear desde hace mucho tiempo. Cuesta
cada vez más renovar la esperanza, creer en lo imposible. El horizonte ilumina
la colosal figura del Chino Maidana, dueño de nuestra ilusión.
Deportistas frustrados. La gran mayoría de los que gastamos palabras
en opinar, reflexionar y apasionarnos con cualquier deporte, alguna vez tuvimos
la ilusión de ser deportistas profesionales. Ese desengaño nos dejó renegados a
la espera de encontrarnos con las grandes citas que convoquen nuestra atención,
nuestra fe, nuestras ganas de festejar. Los golpes duros que supone la vida,
encuentran un escape a través de las alegrías que experimentamos por intermedio
de aquellos que conquistan triunfos en distintas disciplinas. Nos subimos al
tren de la victoria.
Si bien en los últimos años, tanto en el boxeo como en otras
disciplinas, se han alcanzado objetivos importantes, se han conquistado títulos
-para ejemplificar en el boxeo, los triunfos de Maidana ante Broner, de
Martínez ante Chávez Jr.-, el último gran cimbronazo deportivo argentino, fue
la hazaña acontecida en los JJOO de Atenas 2004, donde el combinado nacional de
básquet, se hizo con la presea dorada, batiendo nada más y nada menos, que a
los EEUU en el camino a la gloria. Algún tiempo atrás, algún tiempo delante,
ningún triunfo individual o colectivo, alcanzó la magnitud de esa histórica
medalla dorada.
Las grandes pruebas, como la final del mundial de fútbol, o la de
Maidana con Floyd Mayweather en mayo pasado, nos han visto estrellarnos contra
la maciza pared llamada realidad. Si bien desde Todo Boxeo restamos lugar al
exitismo, y se destacó la labor inconmensurable del santafecino contra el mejor
libra por libra, tengo en la boca atragantada, ese grito de campeón que creí
posible -y que aún creo-. Tratándonos de reponernos del golpe de KO que nos
asestó el seleccionado de Joachim Low, ese grito alocado, ese puño apretado y
las lágrimas de alegría, se han postergado nuevamente. ¿Cómo hacer para
reponernos y regenerar la ilusión, ese combustible innato a la hora de visualizar
un triunfo histórico y contra todos los pronósticos, como supondría una
victoria del Chino Maidana en Las Vegas contra Floyd Mayweather Jr.?
El duelo que supone una caída, una pérdida, implica tiempo. ¿El tiempo
todo lo cura? No, estoy convencido que no. Las cicatrices quedan, como recuerdo
imborrable de esos dolores. Los puños latinos del
Chino, no me caben dudas, estarán acompañados nuevamente de la esperanza del pueblo. Un pueblo que, si bien ha destacado
proezas como llegar a una final del mundo, y actuaciones sobresalientes como la
del Chino contra “Money”, está ansioso de ver a uno de los nuestros allí, en lo
más alto, haciendo historia
Ojala nos haya llegado la hora de ver, finalmente, nuestra necesidad de conocer la gloria tornarse realidad. Ojala le haya llegado la hora a Marcos, y así nosotros, disfrutar por intermedio de él. Será tiempo de renovar la ilusión, el Chino necesita de nuestro apoyo.
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