El invicto campeón kazajo, Gennady Gennadievich Golovkin, brindó otra
exhibición de poder, contundencia y KO. El asiático entró decidido, como
siempre, al cuadrilátero y venció por la vía del KO técnico al australiano Daniel
Geale en el round número 3. Como siempre que termina un combate de GGG, se
presenta el interrogante, ¿quién sigue?
A diferencia de sus últimas dos presentaciones -Curtis Stevens y Osumanu
Adama- Golovkin no le concedió a su rival rounds “para el espectáculo”. Es que
contra los citados, Gennady había extendido sus combates hasta el 8vo y 7mo
asalto, respectivamente, solo para que la gente vea un poco más de boxeo, y
cuando creyó la fiesta terminada, llevó acabo su faena asesina. Esta vez no. El
kazajo desde la campana inicial buscó el KO. En el primer round, GGG manejó los
hilos de la contienda a partir del ritmo de su jab izquierdo. Normalmente este
golpe es para marcar distancia, mantener al rival en la zona de confort. Pero
el jab izquierdo de Golovkin cuenta con la virtud de todos sus golpes: efectividad
y potencia. Pese que Geale se brindó para ver una pelea de muchos golpes, su
estrategia no resultó. Ya en la primera vuelta, su ceja derecha se vio en
problemas, herida por los golpes del asiático.
La movilidad de Geale es un poco extraña, poco vistosa, poco ortodoxa.
Pese a contar con estas características, resultaba ser un movimiento continuo
para no convertirse en un blanco fijo. Golovkin, no obstante, acecha a su presa
con la paciencia de un cazador. Mide, estudia, apunta y golpea. Así, en el 2do
round, dos derechas en cross visitaron el mentón del oceánico haciéndolo perder
la estabilidad, pese a que el cese de firmeza de sus piernas, ocurrió unos
segundos después. Rápidamente de pie, el australiano pudo sobrevivir al segundo
asalto.
El tercero sería el definitivo. Cuando Golovkin se decide a tirar su
derecha, y tú eres el rival, estás en peligro. Geale hizo ademanes como para
demostrar que los últimos 2 rounds, sobretodo el anterior en donde había
comprobado la plasticidad del suelo, no iban a declinar su espíritu. En un buen
movimiento de cintura, Geale encontró el rostro de Golovkin libre, ausente de
guardia y allí, su golpe en cross de derecha, el mejor de la noche, impactó de
lleno. La historia resultó ser distinta a la que podría suponer. La quijada de
titanio del asiático, absorbió el golpe. Sus ojos inyectados de sangre
no se cerraron y detectaron la cabeza del australiano. Su gancho de derecha,
lanzado desprovisto de la firmeza que ofrece tener la pierna izquierda por
delante de la derecha, de todas formas, fue en la búsqueda del golpe final. Y
lo consiguió. Para sorpresa de Geale, su mejor golpe antecedió al mejor de su
rival. Y su mentón no está conformado por el material sólido que poseen los
huesos de Golovkin. Resultado de la historia, caída, mareo, salida de copas.
Geale se levantó, perdió la estabilidad, se inclinó contra el ensogado, el
referí contaba los segundos pero el gesto de Geale fue claro: “no”. No dio para
más. Golovkin consiguió un nuevo KO, el número 27 sobre 30 victorias en 30
presentaciones: 90% de triunfos por la vía
de cloroformo.
Como siempre, y anticipaba en el inicio de la nota, la pregunta es ¿y ahora quién? Ante los micrófonos de HBO, Gennady lo dejó en claro: Miguel Cotto: “Estoy listo, si quieren un buen espectáculo, que me llamen”. Seguro que lo ofrecería, pero temo que esto no suceda. Para lamento de Golovkin, y nosotros, los aficionados, sus virtudes lo convierten en el hombre más temido de todas las categorías. Canelo Álvarez, Andre Ward, Miguel Cotto, Carl Froch, Julio César Chávez Jr. Todos nombres que sería hermoso ver en la misma cartelera con el kazajo. Ojala Golovkin tenga esa suerte, y nosotros también.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario