Un 14 de febrero de 1951, se verían por última vez sobre un ring dos míticos boxeadores que crearon la rivalidad más grande en la historia del boxeo. Jake Lamotta, por aquellos días campeón de los medianos, se mediría por sexta oportunidad a su némesis: Sugar Ray Robinson.
En los 5 enfrentamientos previos, Robinson había salido victorioso en cuatro oportunidades, siendo la restante la única ganada por "Toro Salvaje". En esa oportunidad, por primera vez, peleaban en los medianos. Y por primera vez había un cinturón de por medio.
Sugar Ray propinaría una paliza de antología al boxeador de Brooklyn, obligando al árbitro a sentenciar el KO técnico en el décimo tercer asalto. Sin embargo, con esta derrota creció aún más el misticismo de toro para con Jake Lamotta. Soportaría el castigo contra las cuerdas, con la sangre recorriendo su cuerpo y tan exhausto como se pueda imaginar, pero terminaría el combate sin conocer la lona. Reducido a un cuerpo con las energías apenas suficientes para respirar, Lamotta gritaría en la cara de Robinson: "No me tiraste. Jamás me vas a derribar".
La prensa al día siguiente titularía el combate como la "Masacre de San Valentín".
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